ID:   00000133

FECHA:   6 / 11 / 1887

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RESUMEN:

Alcalá Galiano da a Galdós noticias de la salud de su hijo, le envía saludos y le solicita un ejemplar de Fortunata y Jacinta. Ofrece enviarle unas fotografías y aprovecha para contarle la historia de Lady Godiva y copiar para él un soneto de un autor italiano.

TRANSCRIPCIÓN:

Newcastle-on Tyne 6 de noviembre 1887 Mi querido Benito: aprovecho la calma, el silencio y la libertad del domingo para contestar a tu carta con todo el aparato que su argumento requiere.

Por de pronto empiezo anunciándote la inmediata llegada de más señoras fotográficas que irán dentro de un sobre a invitarte y a pedirte que a cambio de ellas me envíes tus dos hijas Fortunata y Jacinta Pérez Galdós quienes entrarán en mi harén literario en calidad de favoritas.

Antes de entrar en la parte literaria de mi carta te diré que el pobre Fernando Luis está aún convaleciente del sarampión del que ha triunfado con facilidad su sana y robusta naturaleza. Ya está casi bien y en cuanto pueda ponerle en contacto con el aire y con el sol haré que este astro me dibuje con sus rayos un nuevo retrato que te enviaré pues el que tiene en grupo con su madre no es bueno y es de cuando era más pequeño.

Me preguntas que cuales son mis proyectos como si yo pudiera, como tú, permitirme el lujo de hacerlos; como si yo no fuera una especie de saco de patatas inerte y sin voluntad esperando que la mano de un ministro me agarre y me transporte al punto del globo que primero se le antoje. Si es que no me deja morir y pudrirme aquí de inercia y de fastidio. Amable es tu espontáneo ofrecimiento de hablar a Moret para que me ascienda o me lleve ahí y aunque de él nada espero más que a lo sumo buenas palabras, si buenamente puedes darle un recordatorio y echarle, como dices, el toro, hazlo por si el toro le engancha o le da un revolcón que le haga pensar en mí. Te repito que nada espero pero en fin… En tus manos encomiendo mi espíritu. No olvides que /es/ el Archivo lo que más me conviene y que pensaban hacer un arreglo en esa dependencia donde serví ya largos años y donde hice trabajos superiores a mi categoría pues hasta se me confió la redacción de importantes notas diplomáticas según puede testificar don Manuel Silvela.

Si no me sacan de mi purgatorio de nieblas y bostezos y estoy aquí el año que viene, emprenderemos nuestra gran excursión cósmica. Ve, pues, eruditándote [sic] y empollando  mapas y planos mientras yo trago y digiero lenguas vivas y muertas.

Mary y la Rubia agradecen mucho tus expresivos recuerdos y te los devuelven centuplicados.

En este momento entra una visita e interrumpe mi carta y probablemente hasta mañana no podré escribirte la historia y el soneto que me pides. Saluda con el mayor afecto a tus amables hermanas y hasta mañana, quedo tu invariable co-kaffrario [sic] y mejor amigo

Pepe

Hasta hoy martes no he podido dedicarme a ti. Ahí va la literaria, el soneto y mañana por separado irá el retrato. De todo ello acúsame recibo pues temo a los celosos empleados de Correos españoles.

2) En la ciudad de Coventry, en Warwickshire, situada a 18 ½ millas de Birmingham vivía hacia el año 1040 Leofric, Conde de Mercia y Señor de Coventry (o sea ciudad del Convento) que era entonces una importante ciudad comercial. El Conde que era despótico y duro de carácter impuso ciertos servicios onerosos y fuertes contribuciones a sus vasallos quienes se resistieron y quejaron amargamente, estrellándose sus súplicas contra la inflexible tenacidad de su señor. La mujer de este, Lady Godiva (pronuncia Godaiva) mujer de gran hermosura, modestia y bondad tomando con todo empeño la causa de sus vasallos que acudieron a ella y la amaban mucho, suplicó encarecidamente a su marido que los aliviase del peso de aquellas cargas. Tal interés mostró y con tanta insistencia suplicó que al fin el conde por librarse de sus importunos ruegos le dijo que le concedería el favor que le pedía pero solo con una condición a saber: que había de atravesar desnuda y a caballo la ciudad. Conociendo el proverbial pudor y virtud de ella tal proposición le parecía un imposible; más a su gran sorpresa ella respondió sin vacilar: “¿Pero me daréis vuestro permiso para hacerlo?” No pudiendo fallar a su palabra tuvo que otorgar su consentimiento y entonces ella hizo pregonar que en [tachado] cierto día nadie saldría de su casa ni miraría por sus puertas o ventanas, pues ella debía cruzar /la ciudad/ a caballo desnuda y cubierta solo por su magnífica cabellera. Los habitantes cumplieron fielmente lo mandado y Lady Godiva su promesa y el conde admirado de la intrepidez y grandeza de su buena esposa concedió lo que ella le había pedido. Este hecho quedó conmemorado en una ventana de colores colocada en la iglesia de San Miguel. Las leyendas que sobre este hecho se formaron dicen que un infeliz sastre, el único hombre que se atrevió a mirar tras de una ventana, quedó ciego en el acto. Este sastre se llamaba Peeping Tom y este suceso también está conmemorado en un nicho creo que en la misma iglesia. En Inglaterra cuando algún hombre es curioso se le suele llamar un Peeping Tom. En las ferias que por Pascua se celebran en Coventry se vienen desde fines del siglo 17 [sic] haciendo procesiones entre los que se representan, generalmente por una mujer hermosa de la ciudad, el paso de Lady Godiva. Esta costumbre, según tengo entendido duró hasta 1826 de una manera periódica. Después se interrumpió. En 1848 volvió a celebrarse con gran esplendor y actualmente la ceremonia ha caído en desuso, aunque no en olvido pues los poetas, pintores y escultores han explotado este hermoso asunto que acaso el gran Pérez Galdós crea digno de su pluma. Tennyson ha escrito unos versos que empiezan si mal no recuerdo

I waited for the train at Coventry.

Léelos y si quieres más informes pídelos y te lo darán.

Ahora ahí va el soneto de Iacopo Vittorelli:

Per Monaca

Sonetto composto in nome di un genitore a cui era morta poco innaugi una figlia appena manitata; è divetto al genitore della sacra esposa.

Di due vaglie donzelle, onerte, accorte/  Lieti e miseri padri il ciel ne feo,/ Il ciel, che degne di piú nobil sorte/  L’una e l’attra veggendo ambo chiedeo./  La mia pu totta da veloce norte/  A le fumanti tede d’imeneo:/  La tua, Francesco, in sugelatte porte/  Eterna pingionera or si rendeo./ Ma tu almeno potrai de la gelosa/  Irremeabil soglia, ove s’asconde,/ La sua tenera udir voce pietosa./  Io verso en firme d’amarissim ‘onde,/  Corro a quel marmo, in cui la figlia or posa/  Batto, e ribatto, ma nessum risponde./