ID:   00000118

FECHA:   17 / 5 / 1901

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RESUMEN:
Alas reitera su agradecimiento a G. por el prólogo de La Regenta. Habla de sus consuelos familiares y desdeña la alusión a su posible entrada en la Academia.

TRANSCRIPCIÓN:

Mi querido don Benito: gracias, gracias de todo corazón por su cariñoso prólogo, en que se ve al amigo leal antes que nada. Está muy bien escrito y pensado, es sobrio (menos de alabanzas) sencillo, sereno, clásico. Lo único malo que tiene es el elogio hiperbólico, pero aún esto se atenúa algo, poco, por las consideraciones que Vd. dedica a la oportunidad de la crítica benévola.
Me hizo llorar (verdad es que con la enfermedad de tres meses[subrayado] estoy muy blando; pero de todos modos hubiera llorado) lo que Vd. dice de mis afectos, los enterrados[subrayado]  y los vivos. Es verdad, apenas pienso en otra cosa─ En Oviedo vivo cerca de la sepultura de mi padre; en Carreño cerca de la de mi madre. Mi mujer… es como el aire que respiro, y mis hijos como una lira, que Dios me conserve intacta. Yo ya, más que un hombre, soy una planta. No podría estar mucho tiempo lejos de esta tierra, donde intelectualmente no echaré nunca raíces.
Extraño que Ortega no haya copiado ni dicho nada en El Imparcial. Este Ortega me empieza a preocupar mucho. Por ahora, silencio.
Su alusión a la Academia se la agradezco, pero eso ¡importa tan poco! ¡Ha entrado allí cada bicho! Además, como no soy vecino de Madrid oficialmente[subrayado]  no puedo considerarme postergado. Y ¡he hablado tan mal de la casa y de los más de sus inquilinos! Lo de Armando sí que no tiene explicación ni disculpa.
Estoy al fin[subrayado]  de la mudanza; sin un libro en casa.
Escribo al Heraldo[subrayado], a ver si dicen algo del prólogo.
No trabajo. Si sano de veras, entonces veré de volver a hacer libros y procurar que sean de alguna sustancia y de algún arte.
Le quiere mucho su amigo de siempre

Leopoldo Alas