ID:   00000080

FECHA:   17 / 6 / 1891

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RESUMEN:
Alas transmite a Galdós sus opiniones críticas sobre Ángel Guerra. Le habla de su recién descubierto espiritualismo y de los proyectos que tiene.

TRANSCRIPCIÓN:

Oviedo ─17 de Junio de 1891

Mi querido don Benito: he entendido la mitad de la carta de Vd. y la otra mitad no. He recibido el 3er tomo de Ángel Guerra. Yo he leído el primero y ya le he dicho lo muchísimo que me gustaba y lo retemuchísimo q[ue] prometía. Mi mujer y varios amigos inteligentes y de gusto han leído el 2º y me lo alaban mucho. Yo voy a leer los dos —2º y 3º— ahora para hablar de la novela inmediatamente. Es probable q[ue] hable en El Imparcial, pues Ortega me ha escrito haciendo las paces y pidiéndome un artículo al mes sobre libros españoles importantes. Mi primer artículo, si llegamos a convenir en el precio, será para “Ángel Guerra” y el 2º para “Al primer vuelo” que tampoco he leído todavía. Esta temporada no he podido leer apenas nada por lo mucho que tengo que hacer. Por un lado, los exámenes, que son la cosa más parecida a la  Inquisición; además la colaboración periódica o sean los garbanzos, q[ue] lleva mucho tiempo, y, por último, el acabar por fin “Su único hijo” especie de novelucho escrito tirones y que he terminado, creyendo a ratos que allí hay algo en algunas partes, y a ratos creyendo que no es más que jugo de adormideras (que no sé si tienen jugo). Tendrá una segunda parte y hasta una tercera. Este verano tengo q[ue] concluir para Henrich de Barcelona, Juanito Reseco [subrayado]. A lo que tengo gana de llegar es al Esperaindeo que le dedico a Vd.
Me dice Vd no sé qué de espiritualismo, y por lo que se barruntaba en el primer tomo y por lo que me han dicho y por lo que he visto mirando las hojas interiores del 3er tomo se me figura entenderlo y creo que ha de gustarme mucho todo eso. 
Yo también estoy hecho un místico a ratos, y aunque he notado que es principalmente después de cenar, ya no me apuro por esto, porque es natural que las ideas mejores y los sentimientos más profundos y fuertes le vengan a uno cuando está en todo su vigor, y no cuando la dispepsia hace sus estragos.
He visto que habla Vd. de San José y del niño Jesús y mi “Su único hijo” también tiene algo de eso, de otra manera.
Por otoño publicaré “Doña Berta” una nouvelle q[ue] me está publicando la Ilustración Española y que creo que es de lo que me ha salido menos malo. Irá con otras dos o tres. Le doy todas estas noticias para que vea como sigo sus consejos: por lo demás, dinero me dan más los periódicos, a quien voy cobrando caras las puntadas. Pero mi verdadera vocación, a juzgar por esta carta, es la de pendolista. ¿Ha visto Vd. letra más clara?
Lo de Pequeñeces no tiene nombre, por culpa de la prensa, del público y de Dª Emilia, que ha acabado de enseñar la oreja. ¿Sabe Vd. por qué empecé yo a enfriar con esa señora? Por una comparación entre Vd. y Canovas. “Pero, criatura, me escribía, ¿qué quiere Vd. que envidie Canovas a Galdós? Sería como si envidiara a la Nevada”. Es una puta, hombre.
No extrañe Vd. que la prensa hable poco, relativamente, de sus libros de ahora. Para ellos, no hay más dios que la novedad escandalosa. El genio de Vd. es cosa antigua y no es escandaloso. Pero aunque los papeles hablen poco, el público compra, lee y admira. No se habla de Vd. como no se escriben ya odas al sol, ni se demuestran las ventajas de la república; solo la Iglesia sabe repetir alabanzas sin cansarse. Las admiraciones [subrayado] humanas no tienen calendario. Si se les ocurriera algo nuevo acerca de Vd. lo dirían, como el P. Secchi pudo escribir un libro entero al “Sol”. Porque lo había estudiado.
Suyo siempre.

Leopoldo Alas