ID:   00000151

FECHA:   24 / 4 / 1889

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RESUMEN:
Alcalá Galiano relata a Galdós los últimos pormenores de su vida y de su familia. Solicita al escritor que envíe a Roma una composición literaria que había prometido y agradece las gestiones que hace para que le trasladen de destino.

TRANSCRIPCIÓN:

Newcastle- on Tyne abril, 24/ 1889
Mi muy querido Benito: comprenderás que mi tardanza en contestar a tu última, a la que acompañaba tu retrato, ha obedecido a causas ajenas a mi voluntad. Según te decía en mi anterior, Mary, mejor de su enfermedad, iba a Escocia a cambiar de aires y reponerse. Pues bien, al día siguiente de su llevada a Melrose, a Fernandito se le declaró una irritación intestinal tan terrible que creímos perderle. Yo tuve que salir a escape con el doctor ¿Nesten? y la Rubia y gracias a nuestros continuos cuidados el pobre enfermito salió adelante. 
Ya está mejor, tanto que yo me he vuelto a Newcastle y Mary queda en Melrose esperando reponerse los dos de sus pesados males. Puedes imaginar lo que habremos pasado física y moralmente. Como ves, mi silencio tiene la más sencilla y, por desgracia, triste explicación. Estoy pasando una temporada de pruebas. Uno de esos períodos que yo llamo los túneles de la vida en que camina uno a oscuras, sin aire apenas y con una montaña sobre la cabeza. ¿Cuándo veré la luz?
Tu retrato, que está parecido y muy natural, nos gustó mucho y será el presidente, por derecho propio, de todas mis fotografías. 
Mucho te agradezco lo que me dices de tu proyectada visita a Fernández Jiménez para hablarle en mi favor. Aunque yo nada espero, pues sé que el Ministerio es propiedad exclusiva[subrayado] de los señores diplomáticos, y que los consulados de 1ª en Europa están defendidos y asaltados por más afortunados, entrometidos o protegidos cónsules que yo, bueno es que alguien tome una iniciativa para sacarle del pozo en que he caído. Fernández Jiménez me aprecia y conoce pero tiene algo de la indolencia y pereza árabe (connatural hasta en su tipo moruno) y creo que dará buenas palabras, pero nada más y como de palabras estoy harto y hasta tengo de ellas indigestión, estimo más una franca negativa a una hipócrita promesa. Así pues, franqueza ante todo es lo que pido. Y sobre todo y si no me llevan a Madrid o ascienden en Europa[subrayado]  y me dejan en paz reventar aquí, y no me ofrezcan gangas como Jamaica o destinos por el estilo. Espero tu carta, aunque casi la leo de ante mano pues conozco estos asuntos y me sé de memoria los formularios de las tales cartitas. En fin allá veremos. 
Al antequerano monseñor Benavides le cumplí mi palabra y le envié unos versos que, según me dice, han producido verdadero entusiasmo entre los españoles residentes en Roma. Me escribe y ruega interponga mi valimiento y amistad contigo para que no olvides tu promesa y le envíes algo. Coge, pues, la pluma, y ensarta cualquier papa poética o novelesco que haga írseles las aguas de gusto a los antequeranos y antequeranas. Hazlo para que salgamos impresos [subrayado]  juntos y nos nombren hijos adoptivos[subrayado]  de Antequera. Ya te mandaré mi poesía. Manos a la obra y dime si envías algo. 
Durante mi estancia en Melrose he visitado la tumba de Walter Scott y su famosa casa de Abbotsford de la que te enviaré algunas fotografías pues te interesará ver con qué esplendor de príncipe vivía tu colega en el arte de embarcarnos y deleitarnos con cuentos que parecen historias o historias que parecen cuentos. 
Da mis afectos a Concha y Magdalena; escúchame, no me olvides y recibe el fraternal abrazo de tu mejor amigo
Pepe
No olvides enviarme, si la hay, la fotografía del fusilamiento de mi tío Torrijos que te pedí.