ID:   00001185

FECHA:   19 / 10 / 1893

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RESUMEN:

Cubas habla a G. de las novedades teatrales con pormenor respecto a la programación y al problema surgido entre María Guerrero y Conchita Ruiz por un papel.  Le habla igualmente del conflicto marroquí.

TRANSCRIPCIÓN:

19 –octubre- 1893

Mi querido D. Benito: he recibido su última, cariñosa carta y le agradezco en el alma las noticias que me da de la la [sic] triunfal marcha de La loca. Como ballon d´essai pondremos unos de estos días, un suelto, ‒que le remitiré- invitando a Mario a representar aquella.

Debo indicarle que, según mis noticias, el plan de los trabajos de la Comedia hará un poco difícil, por ahora, la representación de La loca.

El plan es el siguiente: retirado ya (a la 9ª representación) de los carteles, El hogar moderno, se darán un par de representaciones de  La Dolores y luego media docena del Sombrero de copa o del Abogar contra sí mismo celebérrimo. Enseguida se estrenará una comedia de Labiche traducida por Valdés, el inaguantable Valdés, titular de Los pajarillos.

Estas representaciones se interrumpirán –en el caso por supuesto de que peguen les petits oiseaux-  para dar el Tenorio y se reanudarán pasados los días funerarios de noviembre. A posteriori irá La huelga de hijos o lo que crea oportuno Mr. Mario.

El papel Cabestany[sic]  (El lazo o los lazos rotos) vuelve a cotizarse entre la gente de la clase, a consecuencia del fracaso de Herranz.

Acerca de lo ocurrido con esta obra hay dos versiones. Una de los amigos de María Guerrero y otra de sus enemigos, patentizando ambos las artes de la gente de bastidores.

Según la primera Cabestany [sic] concibió dos tipos de mujeres: madre e hija. El temor de no encontrar actriz a propósito para el desempeño del primero, le hizo mutilarlo y reducirlo a exiguas, mezquinas proporciones, que contrastaban [en-tachado] con  la brillantez del papel de la hija. Al hacer el reparto señaló a la Ruiz el papel brillante y el de la madre a María Guerrero por no hacer mal tercio a su compañera Ruiz.

Teniendo esto en cuenta que por no trabajar en la obra Mario y Cepillo se acrecia la responsabilidad suya de primera actriz, y además que el papelito en cuestión era –según confesión del mismo Cabestany (no olvide usted que hablar los amigos) – un embolado sin lucimientos, rehusó el encargarse de él, a pesar de que el citado vate la ofreció el de hija que ya María no quiso aceptar por no hacer mal tercio a su compañera la Ruiz.

Los enemigos de María -que son muchos, ya pececillos de redacción que pican a mansalva, ya actores de los del orden dicentesco y capdeponiano- la ponen de orgullosa, antipática y niña-bilis que no hay por donde cogerla. Según ellos si la Guerrero no acepta el papel de madre es porque le viene ancho, y porque no quiere competencias peligrosas y porqué[sic] … ¡qué sé yo!, una retahíla de insultos y frases gruesas del peor gusto.

Lo cierto es, fuera parte de lo narrado, que la obra de Cabestany vuelve a cotizarse como dije antes, aunque no se sabe en qué condiciones.

El Real se inauguró con Hugonotes. La Darclèe, rumana ella y artistaza ella alcazó en su parte de Valentina un éxito formidable y justo. El signor Goula lucha con el recuerdo de Mancinelli y le costará trabajo triunfar del todo.

Lo de Melilla sigue su curso carnavalesco y grave. Ahora resulta que el mismo día en que el gobierno español adquiere 10.000 fusiles Maüser, el gobierno (¿) [sic] marroquí ofrece castigar a los riffeños y pagarnos la indemnización que queramos, en ochavos morunos se entiende. En fin, un galimatías desdichadísimo y antipático.

El Español revocando su fachada y sin lista de compañía aún.

Sabe cuán de veras le quiere su amigo

José de Cubas

NOTAS:

Papel membretado de Ateneo de Madrid