ID:   00000157

FECHA:   18 / 10 / 1889

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RESUMEN:

Alcalá Galiano pone a Galdós al corriente de las últimas novedades y problemas que ha tenido en su trabajo. Solicita al autor un ejemplar de La Incógnita y le envía saludos para sus hermanas. Se muestra desesperanzado.

TRANSCRIPCIÓN:

Newcastle-on Tyne, octubre, 18/ 89 Querido Benito: hasta hoy no he tenido un rato libre para responder a tu carta del 9. La de Mary, adjunta, te enterará de cómo la escapatoria de mi Vice-Burro, que se largó dando coces, y después se trasladó a Elvas aguó por completo mi proyectado viaje a París, al que tuve que renunciar [tachado] quedándome aquí solo y devorando bilis que rebosaba del hígado y puntapiés que querían botar de la punta de mis botas destinados, no solo a la parte postrera del irracional vicecónsul, sino a las de todos los Metterniches y Talleyrands del Ministerio de Estado, que me han dejado en las astas del toro o, mejor dicho, en las patas del asno. Trasladado Rotondo (o Retonto) de Vicecónsul a Elvas, para castigo de portugueses, aquí me tienes esperando /a/ su sucesor, que lo es el de Elvas, don José Vargas Machuca, que tiemblo será para mí Cargas Machaca. Mary está ya de vuelta, como ves, y su carta te da cuenta de su odisea o Eiffeleida. A mí me basta con narrarte mi Pepeida[subrayado] que es el más tragiestúpido de los poemas. A tus preguntas sobre mis planes, Mary te responde indicando la conveniencia de que yo vaya a Madrid con una licencia, para emprender una campaña de pretendiente; pero consideren lo que son las esperanzas cortesanas [subrayado] que me harían aquellas canas[subrayado] de que habla Rioja; considerando el enorme gesto que esa ida, con Mary y Fernando, representaría y lo infructuoso que sería, si no tuviera que volver con un palmo de narices y sin lograr nada me inclino hacia la inercia y hacia la Fatalidad, reina del mundo. Aunque tuve una carta muy amable de Fernández Jiménez, aunque sé sus buenas disposiciones y las del Ministerio, ello es que pasan los años y aquí sigo rumiando promesas como un buey, y no suelto, y perdiendo salud y aquellos años fugaces[subrayado] que lamentaba Horacio. Te juro que he tomado aversión, no solo a esta carrera sino al Ministerio de Estado, donde, por lo visto, no parecen más que niños peinados a la Capoul y diestros en el manejo de la corbata blanca. El que me hiciera dejar ese Ministerio de Estrado[subrayado]; el que me buscase en Madrid medios de ganar la rosca nuestra de cada día, ese sería mi [tachado] bienhechor, mi Providencia. Pero, ¿dónde está ese ser? Como tú no seas Ministro, no veo nadie con intención, agallas y cariño suficientes para serme útil. Mi pleito está perdido. Paciencia y reventar. Me preguntas si has de hablar o escribir a Vega Armijo. Gracias: pero por ahora es inútil. Quizá más adelante si me decido a ir o hay ocasión favorable tocaremos esa tecla y acudiré a ti. Hoy me limito a esperar y ver venir. Envíame esa Incógnita[subrayado] que tanto ruido mete, para que yo la despeje o la despaje. No me dices a qué puerto de ultra Rin te fuiste perseguido por el aburrimiento. Nada más tengo que contarte pues mi vida es un cero, una serie de puntos suspensivos, un calderón, un paréntesis, una incógnita indespejable[subrayado], un libro en blanco y una historia en negro, un… Heautonconsultimeroumenos…[subrayado] (que te ayude Marcelino para esta palabreja o palabrota.) Y ahora en serio, te diré que estoy [tachado] con humor de perros… de presa y que si no me sacan tendré que auto-sacarme de aquí, tu fiel e invariable amigo Pepe Mis recuerdos afectuosos a Concha y Magdalena No dejes de escribirme cuando estés en Madrid