ID: 00000074
FECHA: 29 / 6 / 1889
LUGAR:
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DESTINATARIOS:
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RESUMEN:
Galdós ha entrado como miembro de la Academia, y Alas se alegra. Y le hace confidencias pesimistas sobre cuestiones personales, sociales y políticas.
TRANSCRIPCIÓN:
Carreño 29 de Junio de 1889 Sr. D. Benito Pérez Galdós Mi querido don Benito: no le he escrito en tanto tiempo, porque siempre estaba esperando que Vd. acabara de decirme lo que me anunciaba en cada carta. Por lo demás, de Vd. me acuerdo constantemente. Ha hecho Vd. bien en dejarse meter en la Academia, para que no se hable más de eso. Pero ni el escándalo de hace meses se borra con la palinodia de Mora, ni Vd. ni Castelar, ni otros pocos son académicos [subrayado], aunque lo sean. Lo que Vd. me dice de su nuevo libro ha despertado mi curiosidad y tengo vivos deseos de que salga a la luz. Yo no trabajo más que porque me hacen falta los cuatro cuartos que gano con mis articulejos, y si llego a publicar más novelas, creo q[ue] no será más que por igual motivo. Hay temporadas, muy largas a veces, en que no creo en mí, y ésta es una de ellas. Además, me rinde esta lucha desigual con el aspecto económico de las letras en España: es muy poco dinero el que dan a uno por trabajar mucho. Y esto no es país, ni nada. Lo q[ue] está pasando en el Congreso nos lo prueba. Esos conjurados son unos mamarrachos ¡Nuestros cónsules y Romero Robledo, dan gana de emigrar! Y su gran Canovas de Vd.? Es un mamarracho trascendental. Mal rayo en la política. Y en la literatura española. (Fuera de Vd., Pereda y otros pocos.) Yo ya sé cuál es mi vocación, leer. Pero no lo pagan..., y se estropean los ojos y el estómago. Me decía Vd. q[ue] porque no me iba a Madrid ¿A qué? Y además ¿cómo? Dejar la carrera me parece algo fuerte y expuesto, pues es un poco de pan seguro para la vejez. Una cátedra en Madrid exigiría o nuevas oposiciones, y esto me rebajaría a mis ojos, y ya no estoy yo para escribir programas y hacer toda esa farsa de pasar por sabio durante unas cuantas horas a los ojos de seis o siete pobres diablos: o un concurso, y esto exige intrigar, y pedir favores..., y escribir ¡un libro de texto!, o cosa por el estilo─ Castelar siempre me anda con eso mismo de ir a Madrid, pero ¿cómo? A Vd. le agradezco su ofrecimiento de ayudarme, y si llegara el caso es claro q[ue] le confiaría lo más que pudiera de mi pretensión. Le escribo a Vd. soso y cansado, porque vengo de una romería, de cenar con curas y tengo ardor de estómago, gracias a los potages[sic] del país. Mañana por la mañana, si Dios quiere, me levantaré optimista... y a trabajar — Este optimismo lo hago yo ya como el café cargado que creo haber descubierto. Suyo siempre muy de veras. Leopoldo Alas